«Así que fuimos a Atari y les dijimos: Tenemos esta cosa increíble construida con algunas de vuestras piezas. ¿Qué les parece si nos ayudan a financiarnos? Se lo regalamos. Nosotros sólo queremos hacerlo para que la gente lo use. Páguennos un sueldo y nosotros lo haremos para ustedes. Ellos respondieron No».

«Entonces a fuimos a Hewlett Packard, donde nos fue aún peor. Allí nos dijeron: «No os necesitamos. ¡Pero si aún no habéis terminado ni la universidad!».

Era 1976 y Steve Jobs y Steve Wozniak acababan de diseñar el primer prototipo de su ordenador personal, el Apple I, y buscaban una manera de hacerlo realidad buscando financiación o algún socio que les ayudara a construirlo.

Atari era una empresa pionera en los juegos de recreativas y las consolas domésticas, tan importante que fue una de las compañías que ayudaron a definir la industria del entretenimiento electrónico entre 1970 y 1980. Llegó a competir con Nintendo y SEGA. Tras tener pérdidas de más de 500 millones de dólares en 1984 nunca se recuperó y ha estado a punto de desaparecer en varias ocasiones.

Hewlett Packard se fundó en 1939 ya no es el monstruo que era y en 2015 fue disgregada en 2 divisiones, HP y Hewlett Packard Enterprise. Siguen siendo compañías gigantescas, pero son una sombra de lo que fueron.

Apple superó en 2018 el billón de dólares de valor bursátil. La primera compañía privada de la historia en alcanzar esa cifra. Es la empresa más valiosa del mundo.

Afortunadamente para ellos, y para nosotros, les dijeron que no, aunque seguro que años después en Atari y Hewlett-Packard no pensarían lo mismo.

Somos lo que somos gracias a nuestros éxitos, pero sobre todo gracias a nuestros fracasos.

Esto es lo que pasa cuando no sabes manejar ni identificar el #talento. Se escapa, se independiza y te supera. Por eso es tan importante aprender a detectarlo, fidelizarlo y ayudarle a que esté a gusto contigo.

Sin talento en las empresas no hay futuro. ¿Qué haces tú para cuidar el tuyo?